Las bibliotecas populares no sólo guardan y atesoran libros; muchas responden a las necesidades sociales de la comunidad a la que pertenecen y otras se dedican de lleno a la difusión de la lectura, y al intercambio y debate de ideas.
"En todos los casos son un bien cultural que se sostiene colectivamente", coinciden quienes trabajan en ellas.
En la actualidad, "se las concibe y organiza con el propósito de asegurar que la información, los libros y otros materiales o medios afines estén en permanente relación con la gente", señalan desde la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).
"Palabras del Alma -nombre que le dimos a nuestra biblioteca-, es sinónimo de redignificación social", dijo Carla Ponsone, que junto a Hernán Nemi, coordina el espacio que nació como apoyo escolar en el barrio Peruzzotti, en el partido bonaerense de Pilar, sostenido por los propios vecinos a fuerza de trabajo voluntario.
A partir de 2008, comenzó a funcionar como biblioteca itinerante. "Ibamos a la plaza del barrio los sábados por la tarde con carros llenos de libros", recordó con emoción Ponsone.
Ahora es un centro de alfabetización, donde además se dictan talleres para microemprendimientos, de arte y reciclado y tienen contacto permanente con los gabinetes psicopedagógicos de las escuelas del barrio.
"Pronto terminaremos las gestiones para cobrar el subsidio de la CONABIP; por suerte, la municipalidad (de Pilar) aporta el dinero del alquiler, además de una beca para pagarle el sueldo a la bibliotecaria", señaló Ponsone.
"En todos los casos son un bien cultural que se sostiene colectivamente", coinciden quienes trabajan en ellas.
En la actualidad, "se las concibe y organiza con el propósito de asegurar que la información, los libros y otros materiales o medios afines estén en permanente relación con la gente", señalan desde la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).
"Palabras del Alma -nombre que le dimos a nuestra biblioteca-, es sinónimo de redignificación social", dijo Carla Ponsone, que junto a Hernán Nemi, coordina el espacio que nació como apoyo escolar en el barrio Peruzzotti, en el partido bonaerense de Pilar, sostenido por los propios vecinos a fuerza de trabajo voluntario.
A partir de 2008, comenzó a funcionar como biblioteca itinerante. "Ibamos a la plaza del barrio los sábados por la tarde con carros llenos de libros", recordó con emoción Ponsone.
Ahora es un centro de alfabetización, donde además se dictan talleres para microemprendimientos, de arte y reciclado y tienen contacto permanente con los gabinetes psicopedagógicos de las escuelas del barrio.
"Pronto terminaremos las gestiones para cobrar el subsidio de la CONABIP; por suerte, la municipalidad (de Pilar) aporta el dinero del alquiler, además de una beca para pagarle el sueldo a la bibliotecaria", señaló Ponsone.
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